Mejores prácticas
Impact talk
Greenwashing: las falsas promesas verdes que destruyen la confianza (y lo que las marcas deben aprender ahora)
Hoy, no basta con parecer sostenible. Tienes que ser sostenible. Y demostrarlo.
Las marcas que decoran sus campañas con palabras como “eco”, “neutro en carbono”, “consciente” o “amigable con el planeta” sin acciones reales que las respalden están alimentando un problema mucho peor que una campaña débil: el greenwashing. Este engaño verde no solo erosiona la confianza pública, sino que retrasa el progreso real, desacredita los esfuerzos genuinos y profundiza el cinismo colectivo. Como señala Alba Guzmán, Directora Creativa de ROSAPARKS: “Exagerar tu papel en la solución es una manera de sabotear la credibilidad de todo el sector.” A continuación, exploramos casos reales identificados como greenwashing—muchos discutidos por Alba Guzmán durante el Impact Talk organizado por Devera—y lo que podemos aprender de ellos para evitar cometer los mismos errores.
Coca-Cola: ¿100% reciclado? No del todo.
¿Dónde está el problema? En la simplificación extrema. Al no explicar las condiciones reales del reciclaje, la marca transmite un mensaje engañoso: que comprar la botella es un acto circular y sin impacto—cuando no lo es.
Como señala Pablo Sánchez de Skills4Impact:
“Solo compartir lo que va bien no es transparencia. Lo que genera confianza también es mostrar lo que falta, lo que no está funcionando.”
Adidas: objetivos climáticos sin hoja de ruta
Adidas anunció su plan para ser climáticamente neutral para 2050. ¿El problema? No hay explicación de cómo, ni hoja de ruta, ni acciones medibles.
Este tipo de declaraciones—sin un plan público, sin métricas, sin progreso visible—parecen promesas vacías. En una era de crisis climática, hablar sin hacer es evidente... y penalizado.
Max Bensimon, experto en propósito y sostenibilidad, lo resume:
“El verdadero valor de una marca impulsada por el impacto reside en lo que hace, no en lo que dice.”
KLM y Ryanair: “menos emisiones”… sin decir cómo
Ambas aerolíneas afirmaron ser “las menos contaminantes”, pero no respaldaron esto con datos claros, métodos o contexto. Las autoridades regulatorias en varios países ya han multado tales mensajes por ser engañosos.
Este caso refleja un patrón común: afirmar “somos más sostenibles” sin decir de qué manera, en comparación con qué o basado en qué fuente.
Hoy los consumidores no se satisfacen con etiquetas—quieren hechos, claridad y trazabilidad.
Como explicó Sébastien Borreani de Devera en el evento:
“Solo si desciframos adecuadamente los datos climáticos podemos tomar decisiones responsables. La sostenibilidad necesita datos que la gente pueda entender.”
MSC Cruceros: combustibles fósiles con un giro verde de marketing
MSC promovió su flota de gas natural licuado (GNL) como “limpia y responsable”, aunque el GNL es un combustible fósil que emite grandes cantidades de metano, uno de los gases de efecto invernadero más dañinos.
No hubo una mentira directa, pero se omitió información clave. Omitir verdades relevantes también es greenwashing. Es más fácil hablar del progreso tecnológico que del daño en curso.
Pedro Olazabal de Zubi Group hizo un punto contundente:
“La sostenibilidad es como un río: puedes poner piedras en él, pero el agua sigue fluyendo. Incluso si hay progreso, si no se comunica honestamente, se inunda de desconfianza.”
Primark: planes futuros enmarcados como logros actuales
Primark anunció su compromiso con la igualdad y la inclusión como si ya fuera una realidad. De hecho, esos programas estaban proyectados para 2030.
Este es un error común: presentar intenciones como logros. Pero los consumidores ya no se dejan engañar fácilmente. Quieren saber qué se está haciendo ahora, no solo promesas distantes.
Alba Guzmán lo dijo claramente:
“Di que estás empezando. Sé honesto sobre tu etapa en el proceso. No lo adornes.”
Lavazza: cápsulas “compostables”… pero no en casa
Lavazza lanzó cápsulas de café promovidas como “compostables en casa”, cuando en realidad solo se descomponen correctamente en instalaciones industriales especializadas—no en un contenedor de compostaje doméstico estándar.
Estos mensajes pueden ser debatibles técnicamente, pero son socialmente engañosos. Juegan con la buena voluntad de los consumidores, haciéndoles creer que están tomando una decisión positiva cuando no lo están.
El efecto secundario más peligroso: el cinismo
Más allá de las sanciones legales, el greenwashing tiene un efecto mucho más tóxico: destruye la credibilidad colectiva. Como señaló Guzmán en la charla:
“Cuando un consumidor se siente engañado por una marca, comienza a desconfiar de todas. Y eso ralentiza el cambio hacia modelos más sostenibles.”
Esa es el verdadero peligro del greenwashing: desacredita incluso a aquellos que están genuinamente haciendo las cosas bien.
¿Qué pueden hacer las marcas para evitarlo?
Habla solo sobre lo que ya está sucediendo.
Explica cómo se mide el impacto—y cuáles son las limitaciones.
Muestra progreso real, sin exagerar los logros.
Evita el giro: agrega contexto.
Alínea tu narrativa con la cultura interna y las decisiones.
Porque, como dijo Max Bensimon:
“Decir menos, pero decir la verdad, vale mucho más.”
En resumen
El greenwashing ya no es solo un error de comunicación. Es irresponsable—especialmente en un momento en el que no podemos permitirnos perder impulso. Si las marcas quieren liderar el cambio, deben comenzar con la verdad. Incluso si todavía están lejos de un impacto perfecto.
Porque la perfección no es lo que la gente espera. Lo que esperan es consistencia, honestidad y pasos reales hacia un futuro más justo.
¿Curioso por descubrir más casos?
Consulta la grabación completa del Impact Talk y decide por ti mismo.

Haz que tu impacto hable más alto que las palabras
En el mundo de hoy, la credibilidad proviene de los datos, no de las declaraciones. En Devera, te ayudamos a transformar tus acciones sostenibles en ideas transparentes, trazables y accionables—para que puedas comunicarte honestamente y permanecer por delante de las regulaciones en evolución.
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